sábado, 20 de septiembre de 2008

O decálogo de Corbacho: a nova política de inmigración en España

O decálogo de Corbacho pode resumirse no seguinte: a) nova lei de estranxeiría con tintes máis restrictivos que a actual; b) intento dun gran pacto de estado co PP en materia de inmigración; c) loita contra a inmigración ilegal; d) un home/unha muller (inmigrante), un contrato (de traballo); e e) a integración ocupa o posto número oito do decálogo (dereitos de cidadanía: deireito ó voto nin mencionalo) co que non parece ser moi prioritario. A doctrina Corbacho pasa por contratación en orixe cero (é dicir, máis inmigrantes ilegais); os "abuelos", que para chegar a España a través de reunificación familiar teñen que ser dependentes económicamente dos fillos inmigrados en España, que se queden nos seus países, que aquí queremos ás estranxeiras para coidar ós "nosos" dependentes, os que teñan eles/elas nas súas familías non son problema noso, para eso lles damos unha limosca en cooperación ó desenvolvemento; e se tanto queren á familia (que reside no seu país de orixe) que retornen que agora non temos traballos para "eles"; e menos mal que temos superávit gracias a eses que, "chegaron novos á escaleira do noso país" e que como son os últimos non poden impór as súas reglas, e con ese superávit a ver se conseguimos que non se deteriore o noso gran "estado do benestar", que xa se sabe que andan a gastar de máis cobrando a prestación por desemprego. Pero retornando, eso sí, nin un pesuco de máis do que xa puxeron do seu peto pagando con impostos a prestación por desemprego (...) menos mal que este é un goberno de esquerdas. En fin, que deixaron sen discurso ó pobre de Rajoy, agora só poden pedir que bailen jotas (que non muiñeiras) para integrarse, e que olliño, que a ver se os españois emigran á vendima e eles sentados na casa cobrando o paro...ojito, eh!

A continuación xulgade por vós mesmos/as:
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SENADO-COMISIÓN , 30 DE JUNIO DE 2008 . NÚM.39
Corbacho dixit: "Señorías, se ha constatado —lo hemos vivido recientemente—que el fenómeno de la inmigración, bien gestionado, es altamente beneficioso tanto para los países de origen de los inmigrantes como para los países de destino. El Gobierno de España es plenamente consciente de que la inmigración es a la vez una oportunidad y un reto, además de una necesidad objetiva de nuestra sociedad. Es una oportunidad para nuestro crecimiento demográfico, para elevar nuestra capacidad productiva y para enriquecer nuestra pluralidad social y cultural con múltiples
aportaciones. Es un reto, puesto que hay que gobernar un fenómeno complejo que afecta directamente a la convivencia y que, como todo fenómeno social, genera cambios tanto a nivel nacional, en el orden político y socioeconómico, como a nivel internacional, en las relaciones e
intercambios con los países de origen y de tránsito de los inmigrantes.
Señorías, la inmigración en España presenta un balance altamente positivo, y su aportación ha sido fundamental para el crecimiento demográfico, para la elevación de la renta per cápita del país, para la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, para el crecimiento de sectores
como el de la construcción, el de la agricultura o el de la hostelería o el comercio, y para incrementar las contribuciones de empresarios y trabajadores al sistema de protección social y al mantenimiento del Estado del bienestar. Además, los inmigrantes han desempeñado, en su mayoría, aquellos puestos de trabajo que dejaron de desempeñar los trabajadores y trabajadoras españoles, por tratarse de empleos de baja cualificación y de bajo valor añadido. El resultado, señorías, conocido por todos y todas, ha sido un crecimiento económico sin precedentes
en nuestro país.
Ciertamente, la política de inmigración debe poder adaptarse y adecuarse a las nuevas necesidades y circunstancias; circunstancias que, como ustedes saben, hoy son distintas a las de ayer y, consecuentemente, desde la política de inmigración requieren una respuesta adecuada, ya que el escenario de hoy es distinto del de 2004-2008, y el peso de la población inmigrante, con cerca de 4.300.000 personas con autorización de residencia, supone ya el 11 por ciento del conjunto de la población. Por otra parte, estamos en un proceso de desaceleración económica que tiene un fuerte impacto en ciertos sectores productivos que tradicionalmente absorben un buen número de trabadores extranjeros, como los que he citado anteriormente. Esto conlleva la elevación del número de trabajadores extranjeros en situación de desempleo.
En este contexto, nuestra política de inmigración tendrá un gran objetivo: conseguir una sociedad plural y diversa compartiendo valores de libertad y convivencia. Ese es el objetivo. Para alcanzarlo, el ministerio se propone trabajar en dos líneas paralelas. La primera, control y legalidad. La segunda, cohesión social, integración y convivencia. Sobre este particular, les trasladaré brevemente diez cuestiones básicas sobre cómo debemos abordar y gobernar este fenómeno:
En primer lugar —como ya me han escuchado decir en reiteradas ocasiones—, todos los inmigrantes que hagan falta, pero con contrato de trabajo.
En segundo lugar, saber distinguir entre las políticas que ha de haber en el país de origen y las que ha de haber en nuestro país, como lugar de destino. En cuanto al origen, hay que ayudar mediante la cooperación para el desarrollo —compromiso incuestionable de este Gobierno—, y en cuanto a España, como país de destino, no podemos retroceder en nuestro Estado de bienestar, un Estado de bienestar que no solo es de los españoles, sino de todos los que en este país compartimos ciudadanía.
En tercer lugar, la política de la Unión Europea en la materia se encuentra en un proceso de construcción de una política común entre los Estados miembros que, además de establecer mecanismos para la migración legal, refuerza los mecanismos de lucha contra la inmigración ilegal, especialmente a través de la vigilancia y control de las fronteras, el retorno de los inmigrantes ilegales y las sanciones a los empresarios y empleadores que contraten inmigrantes ilegales.
En cuarto lugar, debemos adaptar la legislación en materia de extranjería al nuevo contexto, además de la necesidad de trasponer algunas directivas comunitarias y dar cumplimiento a sentencias del Tribunal Constitucional. Es necesario reflexionar sobre algunos aspectos de la ley como la reagrupación familiar.
En quinto lugar, en el mes de septiembre impulsaremos un plan de ayuda al retorno voluntario de inmigrantes desempleados con derecho a prestación contributiva por desempleo. Este programa tenemos que verlo como una oportunidad para el inmigrante y no como una discriminación.
En sexto lugar, soy plenamente consciente de que la única forma de gobernar el proceso es a través del consenso y los acuerdos con los representantes de los ciudadanos, de los empresarios, de los trabajadores y también de los inmigrantes, por lo que manifiesto una vez más mi compromiso para trabajar en aras de la consecución de un pacto de Estado en esta materia. Con este fin, trabajarépara establecer la necesaria concertación territorial. El desarrollo del Estado autonómico y la gestión de la inmigración requieren un esfuerzo conjunto de las administraciones públicas. Por ello, desde el ministerio intensificaremos la cooperación con las comunidades autónomas y ayuntamientos para establecer procedimientos de control y gestión rápidos y eficaces, adaptados a las circunstancias reales de cada uno de los pueblos y provincias donde viven y trabajan los inmigrantes. Con este objetivo, pondremos en marcha la Conferencia Sectorial de Inmigración el próximo día 9 de julio, dando además cumplimiento a la moción presentada en esta Cámara por el Grupo Parlamentario de Entesa.
En séptimo lugar, la inmigración se encuentra estrechamente vinculada al mercado laboral. Por ello, las acciones han de estar encaminadas a la dignificación de las condiciones de trabajo y de vida en España, evitando situaciones de abuso y explotación. Esta será pues una línea prioritaria en el diálogo social.
En octavo lugar, potenciaremos las políticas de integración. Para ello desarrollaremos el Plan Estratégico de Ciudadanía e Inmigración, la mejora de los servicios públicos, la intensificación de la cooperación con las comunidades autónomas y ayuntamientos y potenciaremos, como órgano de asesoramiento y consulta, el Foro para la Integración Social de los Inmigrantes, con el que me reuní la semana pasada.
En noveno lugar, una llamada al consenso político. Hemos de saber distinguir entre la gestión y lo que son acuerdos de Estado. Pues bien, el asunto de la inmigración necesita un pacto de Estado. Por ello, yo nunca les pediré que den su apoyo a mi gestión, pues esa es mi responsabilidad.Esta es la razón por la que yo distinguía entre la gestión de un Gobierno y de un ministerio, de lo que han de ser las grandes líneas de acuerdo, las cuales sí les invito a apoyar mayoritariamente, si es posible. Por tanto, la línea de gestión es de mi responsabilidad, y la de ustedes, vigilarla de cerca para comprobar si lo hago medianamente bien. Esa era mi reflexión sobre este particular.
En décimo lugar, creo que España ha de tener un modelo propio y mirar menos hacia afuera y más hacia adentro en esta cuestión. Sobre este particular también les trasladaré mi opinión. Creo que España necesita dos cosas: un mayor compromiso cada día con la Unión Europea y una participación activa en sus políticas. Sin duda, no se puede gestionar hoy la inmigración al margen de la Unión Europea, pero, a veces, los españoles y españolas tenemos el pequeño defecto, entre comillas, de valorar menos lo que nosotros hacemos y mirar mucho hacia fuera para ver qué hacen los demás. Sin embargo, si sabemos hacerlo bien, tenemos la oportunidad de tener nuestro propio modelo y gestionarlo de acuerdo con nuestra propia realidad, sin renunciar nunca a que dicho modelo sea una referencia. A esta conclusión no solo me lleva el hecho de trabajar en el Gobierno, sino el conocer tantos y tantos ayuntamientos y comunidades autónomas que hoy son una auténtica referencia en temas fundamentales de este fenómeno de convivencia y cohesión social. Por lo tanto, debemos considerar más esta cuestión y, quizá, mirar menos hacia fuera, aunque, lógicamente, siempre está bien tener presente el derecho comparado."